12 junio 2011

Slayer en Perú


Ayer fue un día especial para los amantes del rock pesado. Uno de los “Big 4” del thrash metal coronó una memorable presentación en Peru, en la tribuna norte del estadio de San Marcos. Antes ya habían pasado por nuestro país los otros tres: Anthrax, Megadeth –en dos oportunidades—y Metallica. Y anoche, increíblemente, era el turno de Slayer, los asesinos de California.

La zona de la tribuna norte de San Marcos estaba llena de unos cinco mil amantes del rock que –sentados y parados— pudieron apreciar como previos a los nacionales Epilepsia y Mortem, estos últimos ya de culto en el circuito underground del rock pesado a nivel mundial.

Quince minutos para las 9 p.m. El telón de fondo del escenario empieza a levantarse y deja ver a la clásica estrella de david invertida formada por espadas con la inscripción “Slayer” en el centro. El público empieza a ponerse eufórico, cervezas más, cervezas menos.

A las 9 p.m. hace su aparición la formación clásica de la banda liderada por el vocalista y bajista Tom Araya, junto a los guitarristas Kerry King y Gary Holt y el baterista Dave Lombardo, quienes pusieron en marcha una aplanadora de rock brutal, pesado, con letras cargadas de temática satanista y apocalíptica.
Uno a uno, y casi sin parar entre canción y canción, Slayer fue descargando temas nuevos e himnos de al menos tres generaciones como “World Painted Blood”, “Hate Worldwide”, “War Ensamble”, “Stain of Mind”, “Americon”, y, ¿como no?, “Raining Blood”, “Black Magic” y “Angel of Death”, entre otros.
Lombardo, una verdadera aplanadora, demostró por qué es considerado uno de los más grandes bateristas del mundo, mientras que King se lucía con la técnica en guitarras que hoy ya se enseña en muchas escuelas de música en el mundo. Siempre al frente, Araya descargaba su endemoniada voz complementándose con Lombardo a la perfección, en la base rítmica.

11 p.m., una hora antes de la medianoche. Slayer agradece, dice adiós, y el público aplaude y se lo agradece, aunque esperamos que sea solo un hasta pronto, como el de Anthrax, el de Megadeth y el de Metallica.

Lo de ayer debe quedar grabado en la historia musical del país no solamente como la noche en la que Satanás, encarnado en Slayer, hizo retumbar San Marcos, sino también como la noche en la que se completó el paso de los “Big 4” por nuestro país, algo seguramente jamás pensado hace algunos años.

    Música de fondo

     
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